jueves, 16 de marzo de 2017

Yrigoyen y la política como "bien de todos"

En octubre de 1928, enfrentando a un gran conglomerado social e incluso con la oposición de sus correligionarios radicales, encabezados por el saliente presidente Marcelo T. de Alvear, el “peludo” Hipólito Yrigoyen volvía al poder. En abril de aquel año, 800 mil argentinos (61% del electorado) le habían dado su voto.
No obstante ello, amplios sectores de las clases distinguidas comenzaron a planear el derrocamiento del líder radical. No podían soportar que la “chusma” y el “pobrerío” volvieran a la calle y a manejar la administración del país, y les adjudicaban todas las responsabilidades por la creciente corrupción.
Sin embargo, hacia mediados de 1930, cuando la peor crisis económica mundial se hacía sentir en el país, el clima político comenzó a enrarecerse. En medio del torbellino se encontraba el proyecto de nacionalización del petróleo, afectando sobre todo los intereses de la compañía norteamericana Standard Oil. La iniciativa oficial, sustentada en la promisoria labor de la petrolera nacional YPF, no llegó a prosperar. Sobrevino el Golpe de Estado. Desde entonces y durante cinco décadas, no dejarían de sucederse los movimientos golpistas.
Recordamos la fecha del triunfo de Yrigoyen en las elecciones presidenciales del 1º de abril de 1928 con un fragmento de su pensamiento referido al propósito de su propuesta política.
Fuente: Hipólito Yrigoyen, Mi vida, mi doctrina, Buenos Aires, Ediciones El Aleph, 2000.
“Naturalmente que me sentí atraído por el drama tremendo de los que nada tienen y sólo anhelaban un poco de justicia. Ese poco de justicia que representa el mínimo de felicidad a que tienen derecho los proletarios de todo el mundo. Esta política liberadora, no fue, a pesar de ello, ni parcial ni partidaria, ni menos excluyente; se fundamentó en el bien común y dio estabilidad a todos los avances y al desarrollo económico y social de la nación. Creí sacrílega la pretensión del régimen de querer eslabonar su pasado con la actualidad en el escenario de la república, dentro de un acomodaticio determinismo histórico. No. Triunfaron mis ideas, mi concepción de la libertad y de la justicia, y las glorias y prosperidades futuras serán comunes, porque no trasuntan el triunfo de un partido político sobre otro, sino el triunfo de la nación para bien de todos.”Hipólito Yrigoyen

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